September 28, 2010

Intrusos...

Desperté en la madrugada con la impresión de haber escuchado una voz. A mi lado ella seguía durmiendo, por lo que pensé que había sido un sueño, sobre todo porque era una voz masculina. Cerré los ojos tratando de recobrar el sueño, pero la sensación de duda me afectó el estómago en forma de angustia. Volví a escuchar aquella voz, pero más que voz parecía una conversación. Me levanté espantado tratando de entender lo que decían y tratando de adivinar dónde estaban. No puedo negar que me sentí asustado, pero a la vez el instinto de supervivencia hizo que me armara de valor, desconecté la lámpara de la mesita de noche, y sin darme cuenta tumbé un cuadro. Ella despertó, alarmada me preguntó qué sucedía, le respondí que bajara la voz, que había gente dentro de la casa. No supe responderle cuando me preguntó dónde, pero le dije que se quedara ahí, que iba a salir a buscar. Ella tomó su celular para llamar a la policía, estaba en la mesita de su lado junto al monitor del cuarto del bebé, y se dio cuenta que las voces salían de aquel aparato. -Los intrusos están en la habitación del pequeño- me dijo. Y aquello fue el detonante para que de mi interior saliera el súper héroe que tenía escondido. Corrí hasta su cuarto prendiendo cada bombillo en el camino, mientras más me acercaba, escuchaba como también aquellas voces se acercaban, por momentos me pareció escuchar a una mujer. Llegué, y lo que descubrí por poco me hizo caer de espaldas. El bebé dormía tranquilamente, tan bello, sin problemas en su vida más que comer y que le cambien la ropa. En aquella habitación no había más nadie, pero aquellas voces seguían presentes, trataba de entender lo que estaba sucediendo cuando de repente sentí que una mano se posaba en mi hombro. -viste algo?- ella me preguntó, en mi interior largué un grito que hubiera despertado no solo al bebé, hasta los vecinos se hubieran despertado. Y antes de responderle caí en cuenta que la ventana estaba abierta, lo mismo que la ventana del apartamento de al lado. Y aquella no solo estaba abierta, tenía las luces prendidas, de allí provenían las voces, los intrusos estaban en aquel lugar, dentro del televisor del hijo de su madre del vecino que decidió trasnocharse poniendo una película a todo volumen. Cerré la ventana, me senté en la sala, y a los diez minutos con una vergüenza inmensa tuve que explicarles y disculparme con los policías y con cada curioso que se espantó con el aparataje policial...

Ahora cada vez que saludo a mi "querido" y desvelado vecino, detrás de mi sonrisa forzada pienso en aquel espectáculo y en la madre que lo parió.

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