December 13, 2007

Piso 28 (1 de...)

Entré por la puerta principal del edificio, sin de darme cuenta pasé por debajo de un arco de seguridad, el pitido fue quien me dio la alerta. Me detuvo la mano izquierda del guardián que vestida con un guante blanco se apareció de repente para aterrizar en mi pecho, en la otra mano portaba un aparato de esos que detectan metales, lo pasó por mi costado, por mis brazos y piernas, otro pitido comenzó en mis bolsillos, saqué las llaves del carro, las guardé de nuevo y me dejó pasar.

Caminé hasta recepción y una joven con su respectiva buena presencia y su sonrisa de sueldo mínimo me recibió. Luego de darme la bienvenida y yo responderle, me preguntó a quién buscaba, simplemente le contesté que me indicara dónde estaban los ascensores, porque sabía a que piso ir. Su respuesta fue negativa, pues su labor consistía no solo en informar a los visitantes, sino avisar a los inquilinos la llegada de cualquier persona para así tener autorización para que suban. Insistí, pero esta vez agregué que no iría a visitar a nadie, que como ya le había dicho antes, sabía a qué piso ir. Volteó su cara, y noté como sus ojos hablaron con los del guardián.

Con voz menos cordial me dijo que no podía dejarme pasar sin antes estar debidamente autorizado por el inquilino al cual iba a visitar. Antes de que ella terminara de decirme eso ya el seguridad estaba parado a mis espaldas, puso su mano vestida de blanco en mi hombro izquierdo y me preguntó por qué no colaboraba con la Señorita.

Ninguno de los dos esperaban mi respuesta: mi codo derecho se incrustó en su estómago, y cuando su cuerpo se encorvó al quedarse sin aire, mi codo izquierdo le zafó la mandíbula. Yo seguía de frente a la recepcionista, quien no podía abrir más la boca por el asombro. Sus manos trataban de tapar su boca, y sus ojos reflejaban el pánico que tenía en su interior. La levanté por el cuello, y le pregunté una vez más dónde estaban los ascensores. Levantó su brazo tembloroso y señaló hacia mi derecha, me dijo que al llegar al pasillo debía doblar y los encontraría de frente. Al soltarla vi como el llanto le había escurrido la sombra de sus ojos.

Antes de dirigirme a los ascensores, me despedí del guardián que todavía se quejaba por el dolor. El adiós de uno de mis pies fue directo a sus costillas. A pesar de su grito pude escuchar como se quebraban una o dos. Perdió el conocimiento.

Tomé de su correa un aturdidor eléctrico y una macana, eran sus únicas armas. Volví a donde mi amiga y antes de darle una descarga eléctrica le desee buenas noches, a ella y a la cámara de vigilancia que estaba en una esquina del techo. Su cuerpo calló del otro lado del mostrador. Despegué el teléfono con todo y cordón, lo tiré a su lado y con la macana dejé fuera de servicio la cámara. Me puse la ropa del guardián y caminé hasta los elevadores.

Al llegar, me encontré con algo que la "señorita" no me había dicho. Para entrar a los ascensores debía tener una tarjeta para pasar la banda magnética por un mecanismo de seguridad. Regresé a Recepción, ambos seguían tumbados en el piso. Ya detrás del mostrador abrí las gavetas y encontré los carnets de visitantes, tenían impreso el número de cada piso, por las dudas tomé tres del piso 28.

Antes de volver a los ascensores verifiqué que la recepcionista no fuera a despertar. Me di cuenta de un destello rojo en el piso, una alarma! (después de todo la "Señorita" no era tan tonta como parecía) Ahora debo correr, me queda menos tiempo.

Al regresar pasé una de las tarjetas y no fueron necesarias las otras dos. Las puertas de uno de los ascensores se abrieron de inmediato. En el espacioso interior había una pantalla con una ranura en un costado. Introduje y saqué la tarjeta, en la pantalla apareció el número veintiocho. Las puertas se cerraron. Rápidamente se marcaban en la pantalla los números de cada piso, casi de dos en dos, la velocidad era tal que ni se percibía el movimiento.
Un suave sonido avisó que ya estaba en mi destino. Las puertas se abrieron, delante de mi había otro guardia...
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3 comments:

Unknown said...

uuuuuuuuuuuy otra historia de las buenas...

no has pensado en publicarlas en un librito o algo??? yo te lo compraria!!! (y ta hago la propaganda tambien, jeje)

Joel Jimenez Francisco said...

Bueno, si se te ocurre participar en un concurso de inéditas creo que no podrías usarlas por haberlas publicado.

Pero ya estoy siguiéndolas! La otra iba muy adelantada ya.

pvilas said...

Hola *lin*, gracias por tu apoyo...el problema es que soy un poco vago...pero ya veremos qué pasa después...

Hola joel! la otra ya se terminó, creo...jeje...