January 9, 2008

ida y vuelta...

Su cuerpo estaba a punto de expirar, ya los médicos se estaban dando por vencido, era mucha sangre la que había perdido. A pesar de que la anestesia se había encargado de eliminar cualquier sensación de dolor, sus ojos todavía podían captar todo lo que sucedía a su alrededor, sus oídos escuchaban a lo lejos los lamentos y frustraciones de los doctores que seguían intentando salvarle.

El ritmo de su corazón iba perdiendo velocidad, pasó menos de un minuto antes de que sintiera que en la habitación se hizo un silencio repentino, y lo único que escuchaba era el chillido fijo del monitor de signos vitales. En ese mismo instante una luz blanca y brillante cubrió la habitación por completo. Al igual que las voces, aquel sonido dejó de escucharse. Sus ojos tampoco eran capaces de percibir más nada que aquella luz tan penetrante que a pesar de la anestesia causaba dolor a sus ojos al punto de tener que cerrarlos. Sintió que su cuerpo se elevaba de la cama, que una brisa le envolvía y lo hacía flotar. Trató de abrir sus ojos pero los párpados parecían estar sellados. De pronto sintió que su espalda estaba de nuevo apoyado en algo, pero no era aquella cama en la que estaba acostado mientras los médicos trataban salvarle. Su cuerpo se sentía extrañamente cómodo, como si se encontrara reposando sobre agua, un agua cálida, confortable. Poco a poco esa agua fue cubriendo su cuerpo.

En su interior comenzaba a sentir paz, por su mente solo pasaban buenos recuerdos, una tranquilidad que nunca antes había sentido. Cuando de repente, aquella paz se transformó en angustia, en depresión, y aquella agua cálida iba aumentando su temperatura hasta hacerle arder la piel. Por su nariz entraba un olor a azufre mezclado con carne a punto de quemarse. Pero esa sensación desesperante también se desvaneció, en su pecho comenzó a sentir un dolor intenso, como si sobre su cuerpo estuvieran cayendo truenos. Trataba de abrir los ojos, trató de gritar, pero cada vez que abría su boca no podía hablar, al abrirla en vez de salir su voz y su aliento una ráfaga de aire se metía a su cuerpo.

Aquella paz que sentía se fue alejando, su cuerpo también comenzó a perder la sensación de descanso y en su espalda ahora adolorida sentía cada una de las arrugas de la sabana debajo de él. Todavía sin poder abrir los ojos sentía como la luz dejó de brillar. Las heridas en sus muñecas volvieron a doler, pero no más que los golpes que llegaban a su pecho.

Poco a poco sus ojos se fueron abriendo, las lámparas le molestaban un poco a la vista, pero pudo ver que a su alrededor había varios doctores, uno de ellos sostenía el desfibrilador que lo revivió.

1 comment:

Unknown said...

wow que descripción!!! hasta lo senti!!