February 8, 2008

cenizas....


Estaba caminando por el parque, a mi al rededor había mucha gente, caminando, sentadas en los bancos, jugando, alimentando a las palomas, paseando mascotas, empujando coches con bebés, en fin, lo que normalmente se ve en los parques.

Estaba caminando, pensando en eso, en lo complejo que es esto de vivir, en como cada una de esas personas, en cada una de sus mentes lleva algo diferente. Memorias, pensamientos, ilusiones, sueños, temores, todo lo que una mente es capaz de guardar. Pensaba en eso, en como andamos por este mundo pero a la vez cada persona es un mundo a parte.

Estaba caminando por el parque, y comencé a sentir un pequeño dolor en la cabeza, encima del ojo izquierdo. El dolor se fue intensificando, me molestaba demasiado. Tuve que sentarme, presioné mi cabeza con ambas manos, sentía que iba a explotar. Será que pensé demasiado? -me preguntaba- pero el dolor seguía. Me costaba mantener los ojos abiertos, la visión se nublaba. Cerré los ojos por un momento, y al abrirlos me di cuenta que lo nublado no era mi vista. El parque estaba oscuro, completamente oscuro. Toda la gente había desaparecido, también mi dolor de cabeza. Volteé a ver, pero estaba completamente solo. Luego, vi como comenzaba a nevar, pero en realidad no era nieve, era una especie de ceniza que al tocar mi piel se sentía ligeramente caliente.

Esto no está pasando -me decía-. Cerré los ojos y al abrirlos no estaba en el parque, estaba dentro de una casa completamente desconocida para mi. Hacía demasiado calor, estaba oscura y frente a mi había una puerta cerrada, debajo salía humo, y se veía salir un poco de luz anaranjada. La casa se estaba incendiando. La puerta enfrente de mi comenzó a crujir, la cerradura estaba al rojo vivo, parecía que explotaría justo encima de mi. Cerré los ojos, y antes de abrirlos de nuevo, sentí en la piel un frío intenso.

Abrí los ojos, estaba en medio de la nada, en un lugar cubierto por la nieve, nieve debajo de mi y en el horizonte, nieve en la brisa helada que golpeaba mi cara, al menos parecía nieve. El frío me estaba congelando, la sangre estaba cristalizándose, de nuevo la cabeza parecía estallar, caí de rodillas mis mis manos sobre la cara, y otra vez estaba en el parque, en un día calido, en medio de la gente. Sentado en aquel banco.

Me paré un poco aturdido, sin saber qué había sucedido, ya la cabeza no me dolía, pero me sentía muy raro por todo lo que había pasado, si es que llegó a pasar. Sentí un cosquilleo en los brazos, y al ver, tenía pequeños copos de ceniza en la piel, levanté la mirada, la cabeza me vuelve a doler y de nuevo todo estaba oscuro, ...no, otra vez nooooooo!

1 comment:

Carolin Guzmán said...

Que cenizas!

Primero, mis felicitaciones por tus 33 años, que Diosito te bendiga mucho y te proporcione todo aquello que anhela y desea tu corazón.

Al parecer el día que escribiste esta historia comiste muchos chocolates...
jejejeje

Un abrazo con mucho cariño.