October 30, 2008

La Piedra (2/2)

Pero no pudo hacer más que quedarse allí. Pues no sabía cómo iba a moverse de ese lugar, cómo iba a buscar las respuestas de sus mil y un preguntas, cómo iba a llegar a donde nunca había llegado, si ella era una piedra, ella era una piedra en una montaña alta y rocosa. Y se quedó ahí, rodeada de las demás piedras igual de duras, sin vida aparente, inmóviles, ásperas, de colores fríos, sucias, etc. Pero en su interior, seguía siendo diferente a las demás. Y a pesar de haberse quedado siendo lo que siempre había sido, sus pensamientos estaban fijos en algo más.
Pasaron las noches, llegaban los días y luego regresaban las noches y los días muchas otras veces, y nuestra amiga la piedra sentada en su lugar de siempre, seguía pensando en sus preguntas mientras miraba al horizonte. Porque a pesar de que las piedras no pueden ver, la piedra de que les hablo, era diferente, y con su alma miraba las estrellas y les pedía, y les pedía ser algo más.
Una noche diferente a las demás, las estrellas dejaron de iluminar aquella montaña alta y rocosa, las nubes se habían agrupado sobre el cielo formando un techo inmenso y oscuro. En aquella oscuridad soplaba un viento muy fuerte que al chocar con las piedras y las plantitas hacía un silbido bastante peculiar. El silbido aquel despertó a casi todas las piedras, quienes se preguntaban qué podría estar sucediendo. Aquellas que no se despertaron por el viento, lo hicieron cuando sintieron caer una que otra gotita sobre sus cabezas. La nubes se apretaban y se apretaban, hasta que de pronto la lluvia se hizo sentir. Una tormenta estaba empapando, empujando y moviendo a todas las piedras, quienes despavoridas se aferraban al suelo, se unían entre ellas y se preguntaban las unas a las otras qué estaba sucediendo. Nuestra amiga la piedra también estaba empapada, asustada y confundida, pero decidió que esa tormenta era una señal, el inicio a todas sus respuestas, y sin pensarlo demasiado, miro a las demás piedras, les sonrío y se dejó caer arrastrado por el agua que barría el suelo. Y se fue rodando y brincando, arrastrando y saltando; por momentos se atoraba con otras piedras que intentaban retenerle; pero el agua volvía a empujarla y ella seguía su viaje, un poco asustada pero contenta.
Después de varias horas, cuando la fuerza de la tormenta había menguado, y la luz del sol brilló otra vez, nuestra amiga la piedra se dio cuenta que ya no estaba en aquella montaña alta y rocosa. Sobre ella el agua seguía corriendo, a su lado también había agua, había agua por todas partes, pero extrañamente ella se sentía bien. Estaba en un río, y otra de las piedras que estaban junto a ella le dio la bienvenida, estaban en un río lleno de vida. Los peces y los caracoles se acercaban a conocerla, los animalitos del río caminaban a su lado, y de vez en cuando el río las llevaba a pasear. Sus nuevos amigos le ayudaron a responder muchas de sus preguntas, y a pesar de que otras tantas respuestas nunca fueran a llegar, nuestra amiga la piedra se sentía feliz, y de tanto en tanto le daba la bienvenida a otras piedras, que como ella un día quisieron algo más.

Imagen: prestada de yahoo image search...

1 comment:

Beba_Felina said...

Aprovechó la oportunidad y se lanzó al vacío para ver ké pasaba :D y triunfó.