June 18, 2009

perdidos en guerra...

La garganta le ardía producto de las tantas horas sin que por ella pasara ni siquiera media gota de agua. Estaba a punto de perder el conocimiento, pero sacaba fuerzas desde adentro para no caer, para resistir hasta el último segundo de su adolescente vida. Los golpes en su cuerpo le dolían hasta en el alma, las gotas de sangre que corrían desde las heridas, cada vez se volvían más escasas. Cualquier expresión en su rostro hacía bastante tiempo que había desaparecido, ahora solo trataba de fingir, de ocultar el sufrimiento que sentía, para que sus captores no disfrutaran más aquella tortura.

A pesar del intenso dolor que corría por su cuerpo, cada vez que le propinaban una descarga, el frío que sentía sobre su cuerpo desnudo le servía como anestésico. En cada shock, su maltratado cuerpo se estremecía y movía al ritmo del voltaje que caminaba por él. Pero de su boca no salía ningún sonido, era como si hubiera perdido el conocimiento a pesar de que sus ojos permanecían abiertos, expulsando el poco líquido que todavía quedaba en su interior.

De todas formas, nada de lo que dijera iba a provocar algún cambio en la ráfaga de golpes y descargas eléctricas que su cuerpo recibía. La ira, la sed de venganza y la impotencia resentida por aquellos hombres, estaba siendo desahogada sobre aquel infeliz, cuyos únicos delito fueron haber heredado de sus padres el amor a su tierra, quienes murieron en la mitad de una noche cuando un misil que estalló en un lugar cercano, hizo que se desplomara el techo sobre ellos; y haber gritado algunas maldiciones al mismo tiempo que arrojaba una piedra contra un convoy.

2 comments:

Junior Cid said...

Interesante relato para llevarlo a imágenes.

Carolin Guzmán said...

Una historia intensa y reflexiva…
¿Cuántos también se ahogan en ese llanto e impotencia?

Pedro, ¡hola!
Espero que todo ande a las mil maravillas en tu vida…
un abrazo!