August 19, 2009

...infancia truncada.

Con los pies cansados de tanto andar, pero con la obligación (más pesada que una necesidad) de seguir hacia adelante, recorrió una a una las grandes avenidas de la ciudad. Desde antes de que saliera el sol, hasta después de que cayera la noche, paso a paso, suspiro tras suspiro, lleva su diminuto cuerpo a través de las calles que contemplan indolentes cómo su infancia se ve truncada. Llega a cada destino casi como por inercia, se detenía solo una o dos horas debajo de las luces de los semáforos a trabajar, o el tiempo que le permitieran sus colegas de turno, o dependiendo del clima. Cuando este le brinda la poca agua que escasamente ha visto en su vida, se queda parado en la acera, con la cabeza mirando al cielo forrado de nubes grises, casi tan grises como su existencia, y moja su desteñida ropa junto a su sucio cuerpo. Abre la boca y deja que por ella entre el agua más limpia que ha podido beber.

Mientras trabaja, en su mente retumba la constante amenaza que le dan como despedida cada vez que sale de su casa (si a eso se le puede llamar así), la amenaza de no volver con los bolsillos vacíos. Que de una forma o de otra debe llevar dinero y mucho. Un dinero del cual sin importar el monto, solo recibe a cambio al final de la noche un pedazo de pan con un vaso de leche casi rancia.

Pero quizá ese día sea su día de suerte, frente a el hay un vehículo bastante lujoso, el conductor tiene el vidrio bajado y logra reconocerlo de los afiches en las calles. Quizá tenga el rostro más arrugado que en aquellas fotos, pero estaba seguro que era él. Se acerca, le extiende la mano, la mirada desgastada se cruza con la mirada altanera, y casi como por arte de magia, el vidrio tintado sube poco a poco hasta ocultar casi por completo el rostro de aquel que hasta en los medios decía ser un "hombre del pueblo". Acelera su vehículo medio segundo antes de que el verde le iluminara el camino, dejándole a aquel niño una ración de su triste realidad. Le siguió con la mirada, y lo único que pudo ver fue la placa color verde, de esas exclusivas para uso oficial.

Suspira nuevamente, recuerda las amenazas diarias, el castigo muchas veces recibido, y espera con ansias la llegada de la luz roja para poder volver a trabajar.
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Imagen: googleada...

1 comment:

Osvaldovier said...

Que pena que exintan ninos sin ninez, eso los marcara de por vida.