January 2, 2008

Piso 28 (3 de...)


Cubierta solo con una toalla, caminó hacia mi sin apartar sus ojos de los míos. -Llegas tarde- me dijo. Le sonreí y nuestros labios se unieron.

Su toalla ya estaba en el suelo alfombrado y mientras mis manos sujetaban su cuerpo hacia el mío escuché los ladridos del perro anunciando que teníamos compañía. Los demás guardias de seguridad llegaron a nuestro piso. El perro solo los detendría unos minutos.

- Seguimos después - le dije alejándola de mi. Recogí la toalla y la envolví en su húmedo cuerpo. Con un beso en el cuello nos pusimos a trabajar. Ella salió de la habitación y yo me senté en el escritorio, desconecté la computadora, abrí las gavetas y comencé a desordenar todo, tiré papeles, discos compactos, folders. Dejé todo completamente desordenado.

Volvió con una mochila negra. -Aquí está todo lo que me pediste, y la clave está en uno de los bolsillos- Me dijo. La abrí sobre la cama y no pude dejar de notar que en una de las mesitas de noche había varias fotos, algunas recientes y otras lucían bastante viejas, en todas estaba él con diferentes mujeres. En una de las fotos viejas estaba él y dos mujeres a cada lado, una de ellas era mi madre. Cerré los ojos y me concentré en lo que estaba haciendo. No pude detener una lágrima que escapó de uno de mis ojos y se perdió en mi mejilla. Sentí su mano acariciar mi espalda, regresé a la habitación.

De la mochila saqué una soga, una pistola, y un pasamontañas negro. Regresé al escritorio, tomé la laptop y la metí en la mochila.

Ella tomó el bulto y caminó detrás de mi y me lo puso en la espalda, me volteé y antes de colocar el pasamontañas sobre mi cabeza, se escuchó un disparo fuera del apartamento, el perro dejó de ladrar. Inmediatamente después ya estaban golpeando la puerta.

Mis ojos no dejaron de ver los suyos, con una de mis manos sujeté su cuello, el calor y la suavidad de su piel me llevaron lejos, acerqué mi rostro al suyo, su aroma me llevó más lejos aún. Abracé sus labios con los míos. Cuando nuestros cuerpos se separaron vi como de sus ojos corrían las lágrimas. No fue necesario decir nada.

Me coloqué el pasamontañas, tomé la pistola. Ella me dio la espalda y con el mango del arma golpeé su cabeza. La atrapé justo antes de que cayera en el suelo, y cuidadosamente la llevé al baño. La acosté en el suelo.

Salí de la habitación con la pistola y la soga en las manos. Al pasar delante de la puerta principal escuché los gritos de los guardianes y de los agentes policiales que ya estaban tratando de entrar. Habían logrado romper la cerradura, pero por el peso del cuerpo no podían empujarla.

Me dirigí al balcón. Sujeté la soga en la baranda, me aseguré de que estuviera firme y dejé el otro extremo en el piso. Regresé adentro, los golpes en la puerta continuaban, pero esta vez más fuertes, la madera ya estaba crujiendo. Todavía no sabían qué les impedía entrar y estaban a punto averiguarlo de una forma un tanto violenta.

-Si entran los mato a los dos!- grité. Los golpes continuaron.

Disparé al techo y se hizo el silencio.

-Si entran los mato a los dos!- volví a gritar.

Uno de los hombres que estaba detrás de la puerta dio la orden de parar. -Salga con las manos en alto. No ofrezca ningún tipo de resistencia, tenemos todas las salidas cubiertas. -

- Eso es lo que creen! - Respondí. - Si siguen tratando de abrir la puerta le terminarán de romper la espalda al dueño de casa, será mejor que piensen en otra forma de entrar.- A pesar de que lo odiaba si, no lo quería muerto. En ese mismo momento se escuchó el sonido de un taladro. Estaban perforando las bisagras, iban a despegar la puerta. Debo apresurarme.

Regresé al balcón, até una de las sillas metálicas al extremo de la soga. La sujeté fuertemente por la mitad, y abrazando la silla salté la baranda. Logré caer en el piso 27, tuve que esforzarme para sujetarme del barandal de ese balcón para no seguir hasta abajo. La silla dejó su huella en una de mis costillas.

Cuando pude poner los pies en el suelo lancé la silla, escuché como rodó por el balcón del siguiente piso y rompió la puerta de vidrio. Medio segundo después una voz desde el piso de arriba gritó - está en el 26, bajen!!! -

La puerta del balcón en que me encontraba estaba cerrada. Comencé a sentir el golpe de la silla. Los faroles del balcón se encendieron, sin pensarlo me recosté en una de las paredes. Abrieron la puerta...



Imagen prestada de: www.tucris.jubiiblog.com.es

2 comments:

Carolin Guzmán said...

Hola!
Fabulosas tus historias... bueno para poder entender tuve que leer las otras dos... todo indica que te gusta la acción y el suspenso.
Esperare la parte cuatro a ver si tu personaje pudo bufear a los guardias y policías.

Unknown said...

Que buena bienvenida al año!! me encantan tus historias!

Hasta prontito!