...el espectáculo debía continuar!

...en llantos salió de aquel consultorio, ya no había más nada que los doctores pudieran hacer por él. Solo aplazar lo inevitable, y quizás aliviar un poco su dolor. Tantos viajes, tanto movimiento le habían hecho olvidarse de si mismo.

A pesar de lo lejos que estaba su destino, decidió regalar lo poco que tenía para el pasaje a alguien que parecía necesitarlo más. A pié recorrió esas veinte cuadras, fueron suficientes para que hiciera un repaso de su propia vida, se resignara a la idea de que pronto terminaría. Al llegar, las veinte cuadras solo le parecieron sesenta. El cansancio y la tos le recordó lo que los médicos le habían dicho. Se sentó frente al espejo, limpió las lágrimas en su rostro, tomó el maquillaje y borró cualquier signo de tristeza y dolor.

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En el espejo ya no se reflejaba lo que llevaba en su alma, ni lo que le consumía su interior. Los colores brillantes y la ropa exageradamente ancha se encargaron de devolverle la vida que estaba perdiendo. Prefería que lo recordarán así, quería escuchar una vez más aquellas carcajadas ajenas que lo habían acompañado por tantos años.

Se paró detrás de aquellas inmensas cortinas rojas y paciente esperó su turno. Estaba preparado para una noche más, el espectáculo debía continuar!