November 4, 2008

Siguiendo la señal (cama disponible...?)


Y me acerqué hasta él, con cuidado a no hacerlo demasiado y así evitar ser alcanzado por una de sus patadas. El temor de lo que podría pasarle hizo que se tranquilizara, incluso pude notar como su pantalón se humedecía. Es pobre infeliz estaba realmente asustado. Pero no podía dispararle, hacer eso sería un suicidio, sería llamar demasiado la atención. Un disparo en medio de ese desierto sonaría como un estallido que recorrería algunos cientos de metros a la redonda, y en esos momentos necesitaba más que nunca utilizar el elemento sorpresa.

Sin mucho esfuerzo volví a sujetar sus piernas, esta vez apretando más el cable en sus tobillos para que no volviera a liberarse. Verifiqué que no hubiera cerca de él ningún utensilio o herramienta que pudiera servirle para su escape, y luego bajé del vehículo. Antes de alejarme abrí la compuerta de carga, y sin pensarlo dos veces dejé caer el mango de la pistola unas dos o tres veces sobre la cabeza de aquel sujeto, hasta que quedó completamente tendido en el suelo de la van, inconsciente.

Ahora debía caminar algo más de medio kilómetro para regresar a aquella posada, debía hacerlo rápido pues ya faltaba poco para el amanecer. El cansancio estaba jugando en mi contra, pero el odio y la sed de venganza energizaban mis músculos, y en unos quince minutos logré divisar aquella edificación. Me acerqué con cautela, utilizando a mi favor cada sombra y cada arbusto para acercarme sin ser visto. Agachado, con la espalda contra una de las paredes laterales que formaban la oficina de recepción, me detuve para evaluar el escenario y planificar cada uno de mis pasos siguientes.

Allí seguían parados los dos carros que había visto antes, uno de ellos era el típico auto de policía encubierto, pero ese era el que estaba estacionado frente a la oficina de aquel motel. El otro era un auto deportivo, con los vidrios totalmente tintados, estaba parado frente a la habitación número 7. En total, sumaban diez habitaciones, todas parecían tener las luces apagadas. Mi "amigo" podría estar en cualquier habitación, así como también podría no estar en ninguna. No estaba seguro de qué hacer, si irrumpir en la oficina y obligar al individuo en recepción para que me diga en dónde está Wippes (y con suerte también sus acompañantes), arriesgándome a cualquier imprevisto que llame la atención; o podría aventurarme yendo habitación por habitación e irrumpir en la primera en que escuche algo sospechoso, pero tampoco estaba seguro si las demás habitaciones estaban ocupadas.

Me decidí por lo primero, y por tanto debía actuar rápidamente, sin cometer ningún error. Debía entrar a aquella oficina tratando de no ser notado por cualquiera que pudiera estar oculto esperando detrás de alguna de las ventanas en las habitaciones, o dentro de aquel auto deportivo. Luego debía actuar tranquilamente ante el Recepcionista, al menos hasta acercarme lo suficiente sin darle oportunidad de correr, o sacar un arma; y cuando esté a mi alcance, sujetarlo y sacarle la información, para luego llegar a Wippes. Y así procedí, me levanté de mi escondite tratando de ir lo más pegado de las paredes, sigilosamente me fui escurriendo sin perder de vista al deportivo y las habitaciones, para así notar cualquier movimiento. Cuando crucé por la ventana frontal de la oficina noté que sí había un individuo parado detrás del mostrador, con una gorra en la cabeza, las manos apoyadas en el mueble y mirando hacia abajo lo que parecía ser un diario. Cuando logré alcanzar la perilla de la puerta, a la distancia se escuchó el rugir del motor de un vehículo, era un sonido familiar, era la Van. Por un momento me desenfoqué, pero logré regresar a lo que estaba haciendo luego de pensar que no era posible que fuera el mismo vehículo, no era posible que el tipo aquel se desatara tan rápido, y luego sin saber mis planes se apareciera acá. Entonces volví a sujetar la perilla de la puerta, miré los alrededores y todo continuaba como antes. Entré.

- Saludos, amigo, ¿tiene alguna cama disponible para descansar algunas horas?- Le pregunté a aquel hombre mientras caminaba hacia él, pero no obtuve ninguna respuesta. Entonces insistí. - Saludos, Señor, le pregunté que...- Pero de repente, antes de terminar mi pregunta levantó su cabeza dejando su rostro al descubierto; al reconocerle traté de sacar mi revolver, pero bajo aquel diario una de sus manos se elevaba dejando a la vista una pistola que apuntaba mi pecho. Era Wippes...!
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Imagen tomada de: yahoo search

7 comments:

Ramielys Mejía said...

Y QUE EL HIZO....
TANTO QUE HABIA PLANEADO ESTE MOMENTO???

QUE PASO. OH NO ELLLLLLLLLLLLLL!!!

MIRA Pedro me vas a dar un infarto... y ahora que? la proxima parte de la bloghistoria saldra en octiembre????

Unknown said...

mierquinaaaaaaaaaaaaaaaa, lo estaban esperando!!!!

pa la carcel otra vez!!!

Carolin Guzmán said...
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pvilas said...

Gracias Carolin!
Muak!

:)

Anonymous said...

Espero la continuacion!!!!!!

Carolin Guzmán said...

Ya si que me gustó! Wippes le daría lo que le "toca". Espero con urgencia la continuación...

Por cierto, felicidades para ti y tu esposa, en su aniversario, muchas bendiciones y que ese amor siga dando sus frutos. Se lo merecen.

Un abrazo.

pvilas said...

Gracias Carolin!!!!! muak!