March 15, 2008

perseguido por el pasado (no se han ido)


-¿¡Cómo que Robert González escapó hace dos noches!? ... ¿¡Por qué no me llamaron antes, quién está a cargo de la búsqueda!? ... - Grité al oficial del otro lado del teléfono, y antes de que pudiera siquiera asimilar mis preguntas oprimí el botón de "end". De qué valían sus respuestas, si ya yo tenía claro que andaba tras mi cabeza.

Los agentes que se habían presentado en mi apartamento al notar mi tono de voz salieron sigilosamente de mi habitación. Era lo mejor que podían haber hecho, pues la cólera acumulada que se había apoderado de mí por la consecución de los hechos estaba a punto de explotar, y si me encontraba con ellos delante seguramente les caería alguna de mis maldiciones. Me senté en la cama por dos minutos para tratar de calmarme y enfocarme en la gravedad del asunto, González andaba por ahí con sed de venganza, pero si hubiera querido acabar conmigo, por qué no lo ha hecho, suficientes oportunidades ha tenido. Anoche cuando entró al apartamento, la bomba, por qué no la puso en mi carro? y la nota que encontré ahora. La nota! El tiene que estar cerca!

Desenfundé el arma y salí de mi habitación, me detuve en la sala y me percaté de que los agentes no estaban, habrán salido? En eso, escuché un ruido que venía de la cocina, sigilosamente me acerqué, quité el seguro del arma y cuando me asomé por encima del desayunador vi a los dos agentes tirados en el piso encima de un charco de sangre. Crucé por encima hasta llegar a ellos, pero solo uno seguía con vida. Ambos tenían el cuello abierto, pero la cortada del que seguía con vida no había sido hecha para matarlo de inmediato. Sus brazos se movían sin control, golpeando las puertas de los gabinetes, traté de contener un poco la sangre con un paño, pero era poco lo que lograba. Grité por ayuda, pero por el ruido de las sirenas en el parqueo nadie me escucharía.

Mientras, el agente parecía que trataba de decirme algo, pero por más que me acerqué para tratar de entender lo que decía, era imposible. Saqué el celular, y marqué "send", de inmediato salió la lista de los últimos números de las llamadas recibidas y hechas, seleccioné la del cuartel y esperé. Respondieron de inmediato. - Soy el Sargento B.B. Wippes, necesito apoyo en mi residencia de inmediato - Cerré la llamada - Agente, no se preocupe iré por ayuda, vuelvo en seguida - Pero cuando me levantaba, tomó mi brazo con las pocas fuerzas que le quedaban. - s aaalg aahhhh, salgaaa de aquí... nnooo se han id, id.. ido... - me dijo dejando escapar de sí el último aliento. Cuando verifiqué el pulso en su cuello, noté que el bolsillo de su camisa estaba desabotonado y que de el salía ligeramente un papel. Mis sospechas eran ciertas, se trataba de otra nota. La saqué de su bolsillo y la desdoblé, antes de comenzar a leerla, escuché movimientos en la sala, guardé la nota en mi pantalón, y me recosté del mueble con la pistola preparada a disparar.

- Sargento Wippes, Sargento, está Usted bien!? - Gritó alguien desde la sala. En ese momento, sentí un ligero alivio, pero no debía confiarme.

- Todo depende de quién pregunte, identifíquese! - Respondí.

- Somos los agentes secretos Wallace y Grommit, recibimos su llamado de apoyo desde el cuartel, venimos a ayudarle, está Usted bien!? Ya tenemos el edificio rodeado, nadie saldrá de aquí sin ser visto. -

Me levanté y las manchas de sangre en parte de mi ropa provocó que por tercera vez me preguntaran si estaba bien. El rostro de uno de los agentes me pareció familiar, por lo que me sentí más relajado aún. Les respondí que no estaba bien, pero que esa sangre no era mía, les dije de los otros dos agentes que habían en el piso. También les advertí de la presencia de González. Aproveché ese momento de calma para sacar la nota y leerla, guardé el arma y comencé a leerla mientras los agentes se acercaban, me volteé para evitar que intentaran leerla, tenía escrita tres palabras: "Que idiota eres". Esta vez no entendí ese mensaje, estaba jugando conmigo? Cuando volteé ya tenía a los supuestos dos agentes sobre mi, me sujetaron y uno de ellos se quitó las gafas oscuras y los bigotes falsos (sabía que su rostro me era familiar). - Nos volvemos a ver...jajaja!, realmente te creíste esos nombres? - me dijo González, mientras el otro me daba un golpe en la cabeza, dejándome sin conocimiento.
.
Cuando desperté estaba sentado en una silla, atado de pies y manos, amordazado, en una habitación oscura y vacía.

5 comments:

Novena por la cura del cáncer agosto 2020 said...

Hola... Soy la Reina de la Montaña y el Mar..quizas la última descendiente de Caonabo, temible cacique.

Te envio una Flecha de Cayenas y un Saco de Arena Húmeda y Suave.

Deberias estar escribiendo los guiones de las películas dominicanas. Creo que los libros que le lees a María Laura son geniales...deben ser ellos los que en silencio se cuelan por tus ojos y se instalan en algún lugar para hacerte crear estas historias.

Ramielys Mejía said...

Waohhhhhhhhhhhhhhhhh!!! suspiro como Maria Laura cuando acabas la historia de un libro...

Me emocione.. cuando vi q por finnn volviste a redactar la historia... toma un descansito y vuelve con El Sargento... me encanta la historia definitivamente....

Abrazos!!!

Unknown said...

Dios santooooooooo!!!! Inconscientemente me concentre tanto que hasta contuve la respiración!!!! quiero mas!!!! quiero mas!!!!

pvilas said...

Gracias por sus comentarios!

Espero que no les esté pareciendo demasiado sangrienta... Trataré de continuarla esta semana (antes de semana santa).

Carolin Guzmán said...

Ya sabia yo que esos dos agentes secretos no eran de confiar. Pero cuanta intriga!!!

Saludos Pedro.
Tus historias son geniales en verdad. Me fascinan.