April 28, 2009

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Las ideas vagaban en la mente, caminando de un lado a otro como aquellos felinos salvajes que desesperados deambulan de un lado a otro en las jaulas de los zoológicos, deseando, ansiando, anhelando su libertad. Los pensamientos se negaban a vivir prisioneros en aquel cuarto oscuro y esponjoso llamado cerebro, y poco a poco luchaban por encontrar la forma de liberarse de esa prisión. La cabeza, que sabía lo que en su interior habitaba (casi siempre), y era consciente de lo que en esos momentos confabulaban desde adentro, reforzó sus medidas de seguridad para evitar cualquier escape indeseado. Trató de controlar todas y cada una de las ideas que iban brotando minuto a minuto, segundo a segundo, pero llegó un momento en que los pensamientos generados sobrepasaron la capacidad de control de la mente, la cual asustada por las posibles consecuencias, decidió tomar una medida drástica para evitar que quienes vieran, escucharan o sintieran el contenido de esas ideas se molestaran u ofendieran y le reprochen al autor.

Ahora las ideas fluyen libremente desde adentro hacia afuera y viceversa, no tienen barreras ni límites. Inclusive, muchas de ellas salen de la mente en el mismo momento en que son concebidas. Pero nada de esto significa que el cerebro haya fallado por completo en su intento por contener aquella revolución de pensamientos, porque la medida drástica adoptada por la cabeza, fue abrir de par en par sus puertas, eliminar los controles, pero a la vez le dio unas vacaciones indefinidas a todo tipo de comportamiento razonable. La cordura se quedó guardada en una esquina lejana y olvidada de su interior, y por tanto aquellos que ven, escuchan o sienten el contenido de esas ideas autónomas, de esos pensamientos en fuga, no se molestan u ofenden, simplemente al ver la locura del autor, no le dan mente y siguen su camino...
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imagen googleada...

1 comment:

Ivan Jaquez said...

...wao!, qué gusto ver que todavía vive este blog!....un abrazo,

Iván