March 25, 2010

La primera vez de Amable


(continuación de El Sr. Amable antes de ser Señor)
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Amable nunca en su corta vida había estado tan cerca de una mujer, ni siquiera tan cerca de su madre cuando él era un bebé. Óbito, nombre que le pusieron en el asilo y que luego en su adultez lo cambiara por Omar, vivía en aquel lugar desde el mismo instante en que nació. Su madre murió justo después de él haber llegado tan fatidicamente al mundo, ella trabajaba como Conserje en aquel asilo por lo que su hijo pasó automáticamente al cuidado de las monjas. De su padre nunca se supo, aunque luego de haber dejado el orfanato, Amable se enteró por una de las monjas que su madre en secreto le había dicho antes de morir que era hijo del Monseñor que dirigía ese albergue, pero nunca le interesó confirmarlo.
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Aquella noche en que buscaba su primer regalo de cumpleaños, trató de separarse de aquellos inmensos y acolchados senos, pero los brazos de aquella Dama también le arropaban por completo. Era prisionero de aquel cuerpo, que para muchos eso sería como estar en la gloria, pero en ese momento para aquel asustado e inexperto muchacho, no fue más que una tortura. Por más que trató de liberarse, su fuerza no era suficiente para mover aquellos brazos, y la falta de aire tampoco ayudaba. Sentía marearse mientras las carcajadas de los espectadores entraba a su cabeza dando golpes en su ya perturbado cerebro, hasta que hubo un momento en que no tuvo fuerzas ni sentido para resistirse. La mujer lo soltó, y como un saco de papas aquel muchacho cayó desmayado y con los pantalones mojados sobre los piés de su aquella diosa del placer.
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Hoy, el Sr. Amable recordaba aquello y lo que sucedió después, como si acababa de pasar. A pesar de que en su cuerpo ya no quedaran rastros de esa noche de su cumpleaños, en su mente latían frescos cada uno de los momentos y pasaban tan vividos en su mente, como si se tratara de una película que era proyectada en su interior, justo detrás de sus ojos.
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Aquella amarga noche no terminó allí, sino todo lo contrario, en ese momento comenzó. Obito despertó después de un buen rato, despertó con frío y un dolor extraño que nacía en el centro de sus glúteos. Estaba acostado en una cama, con sus muñecas amarradas y en la boca una cinta que le impedía emitir cualquier sonido que pudiera ser escuchado a la distancia. Estaba solo, pero sin tener que buscar mucho pudo darse cuenta de que no siempre lo estuvo. La cama estaba completamente desarreglada, en una de las mesitas habían botellas destapadas de champán y whisky, copas y vasos usados, y un cenicero con un cigarrillo que todavía humeaba. Esa habitación no tenía ventanas, una lampara de luz tenue en una de las esquinas se encargaba de iluminar tímidamente aquel lugar. En su paladar había una sensación muy extraña, como de algún medicamento que no reconocía. Tenía el cuerpo sumamente adolorido, pero no recordaba nada más que aquel incómodo momento de forcejeo con aquella mujer.
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En ese momento se abrió la puerta y entraba una mujer con poca ropa, pero lujosa, de la mano de un caballero. -Este está nuevecito, es su primera vez. Así que ya sabes, tienes que pagarme el doble- le decía ella a su acompañante. Se acercaban a la mesa mientras él aflojaba su corbata y ella le daba un sorbo al cigarrillo que reposaba en el cenicero. -Pero co*o ya se despertó- reclamó aquella mujer al mismo tiempo en que soltaba el cigarrillo y caminaba a la puerta en donde asomó medio cuerpo a fuera y gritó: Aneurys trae las pastillas que ya despertó!
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Continuará...

4 comments:

Mich said...

u haven't called! chuipi

Mich said...

chuipi otra ve'

Ramielys Mejía said...

Ehhhhhhhhhhhhhhhhh!!!... esto si que no me lo pierdooo .. PEdrooooooooo!! siempre nos dejas con la boca abiertaaa... Jummmm y que pasooo??? oh ansiedad divino tesoroo!!! :P con ansias espero!!

Ramielys Mejía said...

Yo volvi pa atra... y ahora fue que lei bien .. :O :O :O